Ya falta poco…un breve abuso de analgésicos y ya está
Cuando las calles, tiendas y centros comerciales dejen de estar abarrotadas de gente que cual zombis ansiosos de pegar sus naricitas contra los escaparates, manosear infinidad de productos buscando una ganga y agruparse cual piquetes de huelguistas en angostas calles para saludar a Mari o reencontrarse con Fani a quien no ve desde las últimas rebajas...cuando todo eso ocurra llegará la PAZ.
Casi al mismo momento llegará la TRANQUILIDAD, cuando circular en coche por nuestra ciudad deje de convertirse en un vía crucis sevillano, cuando los peatones, anestesiados por el espíritu navideño dejen de cruzar las calles, como si fueran giris en los San Fermines, sin mirar y como si el peligro no fuera con ellos.
Cuando todo esto ocurra volveremos a la normalidad y por fin se hará la FELICIDAD en nuestra pequeña aldea, hasta que nuestro querido espíritu navideño vuelva contagiarnos cual congestión nasal.
Cuando las calles, tiendas y centros comerciales dejen de estar abarrotadas de gente que cual zombis ansiosos de pegar sus naricitas contra los escaparates, manosear infinidad de productos buscando una ganga y agruparse cual piquetes de huelguistas en angostas calles para saludar a Mari o reencontrarse con Fani a quien no ve desde las últimas rebajas...cuando todo eso ocurra llegará la PAZ.
Casi al mismo momento llegará la TRANQUILIDAD, cuando circular en coche por nuestra ciudad deje de convertirse en un vía crucis sevillano, cuando los peatones, anestesiados por el espíritu navideño dejen de cruzar las calles, como si fueran giris en los San Fermines, sin mirar y como si el peligro no fuera con ellos.
Cuando todo esto ocurra volveremos a la normalidad y por fin se hará la FELICIDAD en nuestra pequeña aldea, hasta que nuestro querido espíritu navideño vuelva contagiarnos cual congestión nasal.
